jueves, 24 de diciembre de 2009

En educación: ¿a quien quieren engañar?

Harto de tanta soberbia, de tanta falta voluntaria de memoria, de tanto cinismo “aquí me pongo” a escribir sobre lo que mas me preocupa: las energías concretas que el estado dedicará a la educación y el área social de niñez y juventud.
Hace unos años, con la madre de mi hija decidimos que ella tuviera educación de calidad y, dentro de éste parámetro, pública.
Como ciudadanos y habitantes de Buenos Aires contábamos con ventajas para satisfacer nuestro deseo. Y allí está nuestra hija en una escuela pública.
Claro que en el camino unas elecciones cambiaron la administración política del estado porteño, y al primer presupuesto votado por esa nueva orientación política como fuerza mayoritaria quedaron en evidencia los cambios en las prioridades.
Tres de esos elementos que demuestran lo dicho son la reducción de la inversión pública en infraestructura escolar, el aumento de subsidios a la educación privada y la falta de previsión para aumento de salarios públicos.
El cínico argumento de la zozobra que provocan en los padres los sucesivos paros docentes porque no tienen dónde dejar a los chicos muestra que quienes lo utilizan consideran la escuela pública como un depósito de niños, no como un centro de creación de valor y paz social futura.
¿Es pura ignorancia no considerar la educación como creación valor y fuente de solución a la exclusión social, o es perversión?
Lo cierto es que la política y los políticos son los encargados de paliar las angustias de la sociedad, preveer el futuro y aportar soluciones hoy para los problemas de mañana.
Si hoy reducimos el presupuesto de inversión en infraestructura escolar, la consecuencia será menor cantidad de escuelas.
Si hoy otorgamos mayor cantidad de subsidios a las escuelas privadas seguramente habrá mas alumnos en escuelas privadas cuyo menor costo beneficiará a las clases medias y medias altas (casi un sinsentido).
Si en el presupuesto no está el ajuste de salarios que al menos reformule el valor relativo que deben tener quienes deben educar respecto de otras áreas del estado (ni hablar de inflación) tiene dos consecuencias lógicas necesarias, el reflejo de la consideración que la educación tiene en la conducción política, y un seguro conflicto con los docentes.
La pregunta es: ¿a quien quieren engañar?