miércoles, 2 de enero de 2013
2013. El comienzo del Futuro.
El subterráneo ya es porteño.Lo tiene Macri, y con el él nos tiene a los usuarios y habitantes de la Ciudad (sí, con mayúsculas).
Ya leí sobre el Himno a Gioja, sobre los planes de endeudarse que tiene la Provincia de Buenos Aires a la bicoca del 12% en dólares. También leí el saludo del Indio Solari a la Presidenta.
He leído sobre el pedido de habilitación de la Feria Judicial para decidir sobre la Ley de Medios, la queja del Presidente de la SRA.
He escuchado sobre espectáculos, sobre deportes, sobre Del Potro, sobre River Plate y Boca Juniors. Sobre a salud del Presidente Chaves.
He visto tweets sobre la libertades individuales, post en facebook sobre el años nuevo, los perritos asustados o perdidos gracias a la pirotecnia de los días de fiesta.
Leí sobre las quejas de los sindicalistas por coto a las paritarias, a los empresarios por la avidez de los sindicatos.
He leído y visto, a aves de todo tipo, pelaje, tamaño y vocación, pero a ninguno le escuche hablar de futuro.
De ese futuro que le hace bien a las naciones. Del futuro mas o menos largo. Del futuro a 5, 10 15 años. Del futuro que se construye hoy, porque mañana es tarde. De ese futuro que se hace de salud, de educación, de transporte, que se hace del trabajo que vendrá para aquellos quienes cuidamos y educamos como sociedad y como padres.
De esto no habla Macri, porque no le importa. De esto no habla Moyano porque no le conviene, tampoco lo hace Scioli porque tiene Fe y Esperanza..
Pero es imperioso que lo haga el Frente para la Victoria para dar respuesta a la necesidad del pueblo de tener un futuro con prosperidad.
Si lo deja en manos de los Macri y los Moyano, el pueblo tardará muchos años en recuperarse y hasta tal vez no lo haga nunca.
Esta es la obligación del Frente para la Victoria.
De esto habla Enrique Martinez.
jueves, 24 de diciembre de 2009
En educación: ¿a quien quieren engañar?
Harto de tanta soberbia, de tanta falta voluntaria de memoria, de tanto cinismo “aquí me pongo” a escribir sobre lo que mas me preocupa: las energías concretas que el estado dedicará a la educación y el área social de niñez y juventud.
Hace unos años, con la madre de mi hija decidimos que ella tuviera educación de calidad y, dentro de éste parámetro, pública.
Como ciudadanos y habitantes de Buenos Aires contábamos con ventajas para satisfacer nuestro deseo. Y allí está nuestra hija en una escuela pública.
Claro que en el camino unas elecciones cambiaron la administración política del estado porteño, y al primer presupuesto votado por esa nueva orientación política como fuerza mayoritaria quedaron en evidencia los cambios en las prioridades.
Tres de esos elementos que demuestran lo dicho son la reducción de la inversión pública en infraestructura escolar, el aumento de subsidios a la educación privada y la falta de previsión para aumento de salarios públicos.
El cínico argumento de la zozobra que provocan en los padres los sucesivos paros docentes porque no tienen dónde dejar a los chicos muestra que quienes lo utilizan consideran la escuela pública como un depósito de niños, no como un centro de creación de valor y paz social futura.
¿Es pura ignorancia no considerar la educación como creación valor y fuente de solución a la exclusión social, o es perversión?
Lo cierto es que la política y los políticos son los encargados de paliar las angustias de la sociedad, preveer el futuro y aportar soluciones hoy para los problemas de mañana.
Si hoy reducimos el presupuesto de inversión en infraestructura escolar, la consecuencia será menor cantidad de escuelas.
Si hoy otorgamos mayor cantidad de subsidios a las escuelas privadas seguramente habrá mas alumnos en escuelas privadas cuyo menor costo beneficiará a las clases medias y medias altas (casi un sinsentido).
Si en el presupuesto no está el ajuste de salarios que al menos reformule el valor relativo que deben tener quienes deben educar respecto de otras áreas del estado (ni hablar de inflación) tiene dos consecuencias lógicas necesarias, el reflejo de la consideración que la educación tiene en la conducción política, y un seguro conflicto con los docentes.
La pregunta es: ¿a quien quieren engañar?